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Consejos para un buen sueño en niños

El sueño es una necesidad biológica que puede afectar el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social en los niños. Un sueño de mala calidad puede tener un impacto sobre la salud, como trastornos en el aprendizaje, falla en el crecimiento y mayor riesgo de accidentes.

De la misma manera, muchos factores físicos, emocionales y cognitivos pueden afectar el sueño haciendo un círculo de retroalimentación continua.

Ahora, aunque es una necesidad ,el sueño no es una conducta innata. En los niños se va dando a través de un proceso de lenta maduración y esta sujeto a constante modificación. Hay factores familiares y genéticos, pero sobre todo influye la instauración de rutinas diarias, factores medio-ambientales (como la luz y el ruido) y la actitud de los padres frente al sueño.

La normalidad en el sueño se encuentra dentro de un muy amplio rango en cuanto a la duración y los patrones del dormir, que además dependen de la edad del niño.

  • Un recién nacido duerme un total de 16 horas diarias, en 6 – 8 episodios de sueño de 4 horas cada uno, con periodos intercalados de vigilia.

  • Desde el primer mes hasta los 3 – 6 meses, la duración de los despertares nocturnos va disminuyendo y empieza a dormir de manera continua prácticamente durante toda la noche. No obstante, en casi un tercio de los niños en edad preescolar persisten estos despertares nocturnos.

  • Entre los 2 y los 4 años duermen por la noche unas 10 horas, más las dos siestas habituales. A partir de los tres años de edad va disminuyendo la “necesidad” de dormir durante el día, hasta prácticamente desaparecer antes de los seis años.

  • De los 5 a los 10 años de edad, el sueño alcanza un grado de madurez suficiente como para permitir la comparación con el adulto. Aunque existen importantes variaciones individuales, el número de horas de sueño suele ser 2,5 veces superior al adulto y la proporción de sueño REM es similar a la del adulto.

  • A partir de la adolescencia, el número de horas de sueño disminuirá hasta un promedio de 7 a 8 horas, que podría ser insuficiente ya que se produce un incremento de la somnolencia diurna, que ha llevado a pensar que las necesidades totales de sueño no disminuyan sino que aumenten durante la adolescencia.

Sin embargo, es importante no obsesionarse por la cantidad de horas. No hay un patrón de sueño homogéneo y lo que necesita un niño no tiene porque ser aplicable a otro. Vale más fijarnos en la calidad, que podemos notar en función de cómo se encuentre el niño a lo largo del día.

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Algunas causas de problemas del sueño para niños son malos hábitos del dormir, estrés, algunos medicamentos y enfermedades; que se pueden presentar en cualquier momento y en cualquier familia.

Aunque no hay un método universal y único para manejar los problemas del dormir, si podemos hacer algunas recomendaciones generales:

  • Si consideramos que puede ser un problema médico (dolores de cabeza, otitis, alergias, reflujo) hay que llevarlo al especialista. El pediatra sería el más indicado para manejarlo.

  • Pueden ocurrir despertares fisiológicos por la noche, y el objetivo es que el niño aprenda a conciliar de nuevo el sueño él solo.

    • Si el bebé es mayor de 6-8 meses, probablemente ya no necesite alimentarse en la noche. Procura no alterar el ambiente encendiendo la luz o sacándolo de la cuna. Consuela al niño en cama, con caricias y frases cariñosas con voz suave.

    • Si tiene rabietas, no discutir o regañarlo. Se tiene que transmitir el mensaje de que se le está enseñando a dormir, de manera autónoma, y que no se trata de ningún castigo ni una disputa entre padres y niño.

    • No se recomienda llevarlo a dormir a la cama de los padres, ya que esto altera la fisiología del sueño de tu hijo, además de la tuya. Aunque este es un tema controversial, recuerda que estamos hablando de niños que tienen ya varias noches con mal dormir.

    • Túrnate con tu pareja: descansarás más y el niño no dirigirá la noche. Si esto no es posible, haz una pausa cuando veas que “pierdes los nervios”. Lo importante es trasmitir tranquilidad y seguridad.

    • Deja abierta la puerta del cuarto.

  • Al cumplir el año, es muy importante empezar a establecer rutinas para el dormir que consideren:

    • La hora diaria de levantarse desde ser aproximadamente la misma todos los días.

    • La hora diaria de acostarse debe ser aproximadamente la misma todos los días.

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  • El ambiente debe ser tranquilo y oscuro.

    • La temperatura de la habitación debe ser confortable: un exceso de calor o frío favorece el despertar nocturno.

    • El ruido ambiental será el mínimo posible.

  • Hay que evitar acostarlo con hambre. Sin embargo, el exceso de líquidos favorece el despertar nocturno.

  • Evitar actividad física vigorosa 1 a 2 horas antes de acostarlo.

  • Evitar ciertos alimentos, como las bebidas de cola, el chocolate, el café o el té, ya que contienen sustancias estimulantes que pueden interferir con el sueño regular, siendo esto igual que en el adulto.

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  • Evitar las siestas muy prolongadas o muy avanzada en la tarde.

A pesar de estas recomendaciones generales de los especialistas del sueño, es importante recordar:

Cada familia tiene su nivel de tolerancia y sus propias creencias: no hay sistemas buenos ni malos, sólo diferentes.

Si a pesar de estos consejos, persisten los problemas del dormir en tu hijo, es posible que haya factores emocionales que estén interfiriendo con su descanso. Si necesitas ayuda para manejarlos, no dudes en acudir con un especialista; solo recuerda que sea una persona con la adecuada preparación para el manejo de los niños.